13 enero, 2014

VIOLENCIA EN CASA

Por Josefina Leroux

violencia-en-casaNo sólo las niñeras agreden a los niños. Unos 250 mil menores cada año son asesinados por sus padres en todo el mundo, asegura la Organización de Naciones Unidas. Según datos del Centro de Atención para la Violencia Intrafamiliar (CAVI), se comete un delito de esta naturaleza cada tres horas en la capital de la república.

Se considera maltrato toda conducta o acto dirigido a dominar personas de cualquier edad o sexo, que dañe y provoque alteraciones al destruir parte de la integridad bio-psico-social del individuo dice el CAVI, el primer centro contra la violencia que surgió en México.
Para los que les quepa dudas lo que significa el maltrato, puede darse una idea que está presente si se repite algún acto que oprime, descalifica o daña en cualquier dimensión a un o una pequeña. La buena intención no justifica que un adulto jale el cabello, empuje o maltrate de alguna manera a un menor. Las escenas televisadas esta semana en todos los canales mexicanos ilustran perfectamente la falta de límites de una mujer con un bebé. Qué importa la intención que haya tenido, el resultado puede ser un daño físico o emocional de por vida.
Finalmente, la violencia es un acto para someter a una persona que se perciba vulnerable, un abuso de poder que tiende a incrementarse la mayoría de las veces , ya sea en frecuencia o magnitud.
El maltrato físico va de la sujeción al uso de armas; de los golpes al homicidio. Sin embrago, más frecuente que el daño físico, se vive el maltrato psicológico dentro de la familia.
El descuido, las amenazas, insultos y humillaciones, la devaluación, marginación, el desamor, el abandono, la indiferencia y el rechazo, las comparaciones destructivas, la acusación de infidelidad y las constantes críticas intimidan y perjudican psicológicamente tanto como los golpes.
Desgraciadamente, ese maltrato no puede advertirse fácilmente como el físico, que puede ser el más obvio, la violencia psicológica y la sexual pueden ser invisibles. Los ofensores lo saben y se ensañan con algunas presas que saben que pudieran comprobarlo.
Ante la falta de leyes para tratar el maltrato, urge que se multipliquen centros de atención para proteger al menor que, además de apoyar a las víctimas, trabajen para modificar o crear leyes que contemplen ese delito que es reincidente en México con la más atroz de las impunidades. En este renglón, es un reto para los procuradores de justicia, creerle a las víctimas y no pedirles que muestren sus moretones o heridas para legitimar una denuncia.
El perfil de la víctimas
Las víctimas suelen ser niños o niñas tímidas, apocadas, aisladas, temerosas, dependientes, culpables y sufren su dolor en secreto.
La víctima cae poco a poco en un estado indefenso en el que se siente devaluada, incapaz, insegura, abandonada y aislada. Es común que pierda la habilidad de pensar objetivamente, llegando a dudar hasta de su cordura.
El perfil de la víctima es típico: el menor maltratado sufre depresiones, su amor propio está empobrecido. Trágicamente, es tan común el maltrato en nuestra cultura que muchas víctimas no advierten otra forma de relación en el futuro, después de haber crecido con un padre agresor, se casan con un marido que sólo continúa el maltrato. Continuo hostigamiento, imposiciones, prohibiciones, condicionamientos, ridiculizaciones, acusaciones y amenazas son el «pan nuestro de cada día» de las víctimas de maltrato.
Pero existe otro tipo de maltrato aún más doloroso: el sexual, que es tan común como los otros, pero se vive todavía más en secreto y con vergüenza y culpa.
Tocamientos no aceptados, hostigamiento, incitación a la prostitución, obligación a cometer prácticas sexuales involuntariamente, ilícitas, obscenas, violación, infidelidad, son entre otras, formas de maltrato sexual.
La perpetuación del problema
La víctima suele vivir la agresión sexual en escalada creciente, en un ciclo que también alterna cualquier tipo de maltrato, sea físico, psicológico o sexual.
Se ha llamado ciclo de violencia o círculo de maltrato porque se retorna al punto de partida. Empieza por agresiones ligeras de palabra, tensión, agresiones físicas, pero seguidas de arrepentimiento, culpabilidad, regalos para reparar la falta, promesas de cambio que provocan estabilidad temporal. Pero luego, otra vez, se presenta el rompimiento de promesas ante la acumulación de tensión que trae consigo de nuevo un problema y la agresión.
Algunos teóricos han tratado de explicar la agresión, no significa que justifiquen el maltrato. Las investigaciones sobre los orígenes de la violencia podrían servir para prevenir o tratar más eficientemente los casos.
La prevención sería posible si existen más espacios para detener la violencia que existe de forma interdisciplinaria pero también iniciar una cultura de la paz. Se sabe que el 80 por ciento de los menores infractores crecieron en hogares violentos( CAVI). El 90 por ciento de los niños de la calle provienen de hogares violentos(CAVI).
Debe quedar claro que nadie por ningún motivo tiene derecho de ofender, ni maltratar a otra persona. En pocas palabras ningún ser humano merece ser maltratado, aunque el mismo haya sufrido por esa causa, el hecho de replicar este patrón eterniza la violencia.

Algunas que no han conocido otro modo de relacionarse, piensan que es normal y que a todos les pasa, que así debe ser y que no hay escapatoria, a otras les han hecho creer que su comportamiento imperfecto bien merece castigo.
Así pueden pasar años. Si la víctima no rompe el círculo del maltrato, éste puede durar toda la vida; si no hay un cambio personal, si no se pide ayuda o se pierde el miedo al agresor para romper la dependencia la violencia se perpetúa.
El secreto de las familias
La violencia intrafamiliar se vive entre las paredes del hogar, nadie más lo sabe, nadie lo imagina; es un doloroso secreto. Y la sociedad ni lo sospecha, y las autoridades que tienen información, hacen poco a nada para evitarlo, para prevenirlo.
Ni siquiera existen leyes claras que protejan a las víctimas; en los casos que se presenta la denuncia, los maltratados no cuentan con un abogado porque no son acusados por alguien o de algo, partiendo de ese supuesto, de nada tienen que defenderse. Paradójicamente el único que cuenta con un abogado es el agresor en nuestra «cultura».
No obstante, como los salmones que luchan contra corriente, los que trabajan en los centros para atención del maltrato, tienen la suficiente experiencia y a pesar de la leyes, han salvado a incontables víctimas del maltrato. Si usted es una de ellas, si conoce algún menor que esté siendo maltratado o abusado, puede recibir ayuda comunicándose a:
CAFAM (antes Cavide), tel.: 81 26 03 06.
Alternativas Pacíficas (refugio de víctimas). Tel.: 83 44 57 43.

COPAVIDE, tel.: 11 33 87 89.