MUJERES DE ARMAS TOMAR
Las mujeres ya no son las rivales que se pelean por el favor de un hombre, sino las hermanas que se unen por una causa en común; el feminismo nos ha transformado.
’El levantamiento en armas’ de las mujeres para rebelarse ante su condición de objetos sexuales para uso y consumo del hombre ha ido progresando, de un movimiento reactivo, a la construcción consciente de un nuevo imaginario que ha evolucionado no sólo a las representantes de un sexo, sino a sus familias y sus sociedades.
Por que en esa ‘revolución desde adentro’, este proceso de las mujeres de conquistar nuevos espacios avanzamos de la gestoría hogareña a la pública.
Esta guerra, la nuestra, se ha llevado a cabo desde el fondo de nuestros corazones en el seno de nuestros hogares, en lo más íntimo, en las zonas privadas, transformando las raíces, las creencias y los significados.
Nuestros hijos, los de las mujeres subversivas, las que decidimos un cambio en la forma de entender los sexos, han dejado de tratados como machos y se han convertido en varones sensibles y aceptantes de las mujeres pensantes.
Si bien el feminismo empezó como un movimiento marginal, ya permeó a todo lo que concierne al ser humano, porque está presente en el encuentro necesario con el otro.
Ya no se trata de una identidad emergente la femenina, sino de la presencia cada vez mas clara de mujeres en búsqueda activa de un ideal. Y no me refiero al príncipe azul, sino al ideal de ser nosotras mismas.
Seres extraños las mujeres, que nos sublevamos ante la secular condena de complementarnos por mutuas carencias de ambos sexos; que nos arma de valor ir en pos de nuestro verdadero “Yo” que rescata la posibilidad de ser nosotras mismas en continua expansión.
El estereotipo de lo femenino nos quedó chico. En esa lista rígida de características que se nos atribuía, faltaba la creatividad de cada una para recrearse como mejor decida.
Así, hoy se define la femineidad en singular; porque no es otra cosa que la expresión del sentirse mujer.
Ser mujer es un verbo irregular que se conjuga en tiempo indeterminado.
Nuestra conquista no es por lo masculino, como todavía piensan muchos.
“Envidia del pene”, interpretó Freud. “Me hubiera gustado ser hombre” -continúan afirmando algunas mujeres, como si cambiando de sexo pudieran lograr ser exitosas, felices o plenas. No se dan cuenta tal vez que al creerlo, descartan la posibilidad de serlo en su condición femenina.
Es que “ser mujer cuesta doble esfuerzo”- dicen; así que mejor ni le intento -deciden las que se conforman con seguir guiones prestablecidos.
No saben quizás, que lo femenino y lo masculino no son sino construcciones mentales en el intento de explicar la naturaleza humana, sin duda muy reduccionistas. “Es que debemos rescatar nuestra parte masculina”, y ellos su parte femenina –he leído de algunos autores todavía.
¿Y quién dijo que el pensar era masculino y el sentir femenino?
Ese nuevo sentir y pensar femenino ha nacido y se está expresando prolíficamente; lo palpamos a diario. Esa presencia de las mujeres en cada vez mas espacios que nos eran inaccesibles. Expresiones contundentes que nos muestran especímenes femeninos en plena evolución.
‘El movimiento se demuestra andando’, escribió Graciela Ríos en esta espacio la semana pasada.
Es cierto, por ello ya existen mujeres jefas de estado, sacerdotas, médicas, filósofas, empresarias, científicas, viajeras espaciales..
El 25 por ciento de las familias en el mundo están encabezadas por mujeres.
Y sin embargo, nos falta tanto por ‘andar’.
El 60 por ciento de los pobres en el mundo son mujeres.
500 mil mujeres mueren al año por complicaciones del embarazo.
Cerca de 4 millones de mujeres al año son golpeadas en el mundo.
500 mil denuncias de violencia contra las mujeres se han hecho en México durante los últimos 6 años
El índice de desempleo en los países con economía de transición es del 14 por ciento para las mujeres en comparación con el 9 por ciento de los varones.
El 45 a 60 por ciento de los homicidios de mujeres se realizan en sus propios hogares y son cometidos por sus maridos o parejas.
El 25 a 50 por ciento de mujeres latinoamericanas son víctimas de algún tipo de violencia.
En 12 países, el violador puede ser exonerado de su delito si propone matrimonio a su víctima.
Son 12 veces más frecuentes los suicidios en mujeres violentadas.
No podemos negarlo, a pesar del enorme progreso del feminismo, aún continúan pendientes en las agendas femeninas los problemas de la violencia, de la inequidad, etc.
Pero el avance logrado no tiene punto de retorno. Se ha parido y está desarrollándose una nueva cultura de lo femenino que no tiene sexo; una forma de vivir, sentir y entender la realidad, más amable e inclusiva.
Existimos ya, somos un colectivo de mujeres levantadas en armas – unas distintas a las usadas por los varones- para derribar estructuras mentales y sociales que insisten en tratarnos como débiles mentales, como objetos.
Conformamos una realidad. Somos esposas, profesionistas, estudiantes, funcionarias públicas, artistas, obreras, amas de casa, que nos hemos despojado de la supuesta pasividad de nuestro sexo, para convertirnos en activistas públicas o privadas en pos de la nuestra libertad hasta que nuestro cuerpo (y el de todas las mujeres) deje de ser el locus de poder del hombre; hasta que cada una pueda ser por si misma y logre definirse en sus propias palabras.