30 julio, 2020

LA HABITACIÓN DE EVA

Por Josefina Leroux

Todos se han ido. La luz del día me abandona nuevamente.

Sola estoy en el lugar más peligroso de la casa. El silencio de la noche amplifica mis sonidos. El eco del latido cardiaco orquestado con mi respiración se escucha en toda la recámara.

Súbitamente siento su presencia. Quiero gritar y una mano en la garganta me lo impide.

«Si emites un sonido, Te mueres», me dice.

Un sudor frio recorre mi cuerpo. ¿Por qué no lo hace de una vez y no a plazos..? ¿Y si lo mato yo?

El miedo me estruja por dentro, me asfixia. Estoy temblando. No necesita taparme la boca, me sabe pequeñísima, indefensa.

Una y otra ideas disparatadas estallan en mi cabeza sin que pueda pensar algo certero. El pánico me hace su rehén, no puedo defenderme. No necesita armas para someterme. Su actitud amenazante hace añicos cualquier intento. Su aliento apestoso me aniquila.