FEMINISMO: MOVIMIENTO PARA CONCEBIR NUEVAS IDEAS
Por los siglos la mujer no conoció otro destino que la obediencia a sus padres, atender a sus hermanos, la vergüenza de saberse no elegida o la tremenda carga del matrimonio desprovisto de placer, pero abundante en hijos y tareas hogareñas.
Cuanto coraje acumulado por millones de mujeres que fueron etiquetadas de tontas, débiles, inútiles, diabólicas, hasta algunas muy atrevidas empezaron a romper ese asfixiante esquema de opresión.
Una de ellas, sin duda valiente, fue Sor Juana Ines de la Cruz, quien tuvo que disfrazarse de hombre para asistir a la universidad ya que estaba mal visto que una mujer acudiera a estudiar, porque era actividad exclusiva de hombres lograr una carrera profesional. Para que estudiar si iba a casarse, si iba a permanecer en el hogar. Las mujeres inteligentes no podían resignarse a ese destino.
Pero las expresiones rebeldes empezaron antes de la inquietud por el conocimiento; la lucha por lograr un cambio en la vida de la mujer se refería a su propia naturaleza que la encadenaba; su esfuerzo estaba encaminado a encontrar otro sentido de su existencia que no fuera el reproductivo del que vivía esclavizada.
Primero, la menstruación le había ocasionado que se le segregara por peligro de contagio, ya que ante la ignorancia de lo que en verdad significaba se le aislaba en muchas culturas y se le daba un trato de enferma. A la fecha todavía se dice, para referirse a la mujer que menstrúa, que anda mala o enferma.
De hecho, el descubrimiento de la ovulación significo un gran paso en la intimidad de la mujer que le dio opción a una vida sexual sin la consecuencia obligada del embaraza. Durante siglos la condición normal femenina en su vida adulta fue el embarazo, desde que se casaba hasta que moría, puesto que el promedio de vida era mas corto, llegando a tener mas de 20 embarazos.
Los primero pasos del movimiento feminista avanzaron hacia la liberación de su propia naturaleza reproductiva.
El descubrimiento de la asociación de la ovulación con el embarazo, el acceso a nodrizas, y luego en invento de la leche en polvo le permitieron hacer otra cosa que embarazarse, parir y lactar a sus bebes durante dos terceras partes de su vida que a su vez le excluían cualquier placer que la vida intima conyugal pudiera producirle.
La mujer debía abstenerse de la intimidad con su marido mientras estuviera embarazada o lactando pues se pensaba que “los líquidos naturales se contrariaban”; librarse de tan larga distancia le devolvía la intimidad conyugal de la que se privaba mas del año, se agregaba la abstinencia del embarazo.
Esos fueron los principios del feminismo. Los reclamos de las mujeres que pedían en Francia que se instituyeran “nodrizas nacionales” no eran los de madres desnaturalizadas que sin sentido renunciaban a la lactancia, eran parte de una revolución hacia las implicaciones que conllevaba un embarazo tras otro y su interminable lactancia; las feministas suplicaban en busca de comprensión para que alguien les diera la mano en la difícil tarea de la crianza de los hijos.
La misma lucha ha estado impresa en las expresiones feministas, en el debate por el reconocimiento de la mujer como un ser integral, un ser pensante y creativo que posee mucho mas que un espacio para el hombre y para el hijo.
Mujeres como las pioneras feministas Sor Juana Ines de la Cruz, Margaret Sanger, Ottansen-Jenses, Marie Stope, Rama Rau siguen esforzándose para invalidar frases humillantes que se dijeron a lo largo de los siglos.
Mujeres siguen pugnando por el derecho a estudiar, a votar, a trabajar fuera de casa y a obtener un salario justo por ese trabajo.
Por fin, el momento histórico favorece otro sentido para la mujer que el de la reproducción. Estando la tierra poblada la mujer puede hacer otra cosa que tener hijos.
Ser madre realiza a la mujer, pero también estudiar, trabajar en algo que se disfruta y aporta.
Lo que ha nacido de la mujer tiene un valor indiscutible, pero aun existe mucho por nacer, lo que no ha nacido de la mujer es infinito. La mujer ofrece un campo fértil. El feminismo es un movimiento para concebir nuevas ideas, de la mujer, del hombre, y del mundo.
Tuvieron que pasar muchos años para saber que los hijos no solo son de la mujer que los paria, sin que el hombre no se diera cuenta del embarazo.
Lo femenino y lo masculino son energías cósmicas y psicológicas inherentes a cada uno de nosotros; lo femenino y lo masculino conforman una unidad.
La interacción de energías opuestas fueron reconocidas desde los griegos y desarrolladas por los chinos en los principios YIN, femenino y YANG masculino. Los tantras hindúes también enfatizan la relación de SHAKTI, lo femenino y, SHIVA, lo masculino.
Lo femenino se complementa con lo masculino, no podría existir un elemento en el otro. Lo masculino fertiliza lo femenino, la ausencia de algunos de ellos condena al otro a la esterilidad.
Femenina es la capacidad creadora, mas allá de la reproductiva.
Femenino es el potencial para gestaciones finitas dentro del útero, infinitas fuera de el.
Habilitar esa capacidad es finalmente la lucha del feminismo.