ADOPCION: oportunidad y riesgo
Con el problema del embarazo no deseado surgió la alternativa de la adopción que ha salvado a millones de niños del desamparo, sin embargo, esta opción no deja de ser un riesgo para la madre biológica y los hijos donados.
Es por eso importante hablar de la parte sombría de este fenómeno que trata de generalizarse ante la proliferación de embarazos de adolescentes y como antídoto del aborto.
Es que la adopción se promueve actualmente como la panacea para el problema de los embarazos no deseados incluyendo los productos de las violaciones, y en ese afán de proteger al no nacido, pueden omitirse los riesgos que conlleva.
En Estados Unidos existe una asociación en contra de la adopción promovida por figuras públicas, entre otros, artistas que vivieron adopciones enfermizas y destructivas.
La experiencia de algunas de ellas dio origen a películas como la que cuenta la relación entre Joan Crawford, y su hija adoptiva (Mamita querida), producción biográfica en la que se plasma el drama que vivió una niña en manos de una madre rígida y perfeccionista que le exigía un esfuerzo heroico para que se convirtiera en una modelo de la cual galardonarse.
Otra película que trata el drama que viven algunos niños describe un caso real, una familia que adoptó dos varones, de los cuales uno resultó sumamente rebelde por lo que el padre sentía derecho a castigarle y golpearle severamente, lo que dio lugar a que los problemas se incrementaran y la relación se deteriorara con lamentables sucesos que el otro hijo observaba con miedo, impotencia y sumisión, hasta que la tremenda injusticia con que trataba a su hermano derrama la gota de su paciencia y lo mata.
Claro que este maltrato al que son sometidos algunos niños no es exclusivo de padres adoptivos, sin embargo, el hecho de saber que no existe consanguinidad le otorga una carga extra de infamia sentida frecuentemente por los herederos, que en casos de maltrato siempre comparan e imaginan que hubiera sido muy distinto de estar con sus padres naturales.
Por eso la importancia de estudiar el perfil psicológico de estos potenciales padres y madres, para evitarles un rechazo o maltrato a los hijos además del que les infringieron al no poderlos criar los naturales.
Así mismo, debiera ser requisito un estudio detenido en el que la pareja debe evidenciar una madurez probada, porque si bien es difícil la crianza de los hijos, con mayor razón cuando no se asumen como propios. Porque aunque también los hijos biológicos pueden
causar problemas, si llegaran a darse en el caso de los adoptivos, se requiere doble cordura para enfrentarlos.
Igualmente, sería deseable y preventivo que imaginaran padre y madre vívidamente antes de decidir el compromiso, qué pasaría por ejemplo: si el niño padeciera alguna enfermedad que requiriera largos cuidados, si no sacara buenas calificaciones, si reprobara; si más tarde fumara, bebiera o consumiera drogas, aún así ¿sienten la disposición de hacerse cargo de un niño o niña?
Más vale anticipar
Pero, no sólo con respecto a los hijos representa un riesgo la adopción por la posibilidad de llegar a un hogar con padres con problemas, también para las que ceden sus derechos y obligaciones existen implicaciones que deben considerarse antes de decidirlo.
Porque he escuchado testimonios de madres que en un momentos de desesperación optaron por dar a sus hijos y después se arrepintieron, tanto que, después de años siguen sintiendo culpas, arrepentimiento y, depresiones.
Porque si el acto de abortar puede tener secuelas psicológicas en algunas mujeres por sus valores o por culpa inducida al connotárselo como asesinato; también, por el compromiso moral que supone la maternidad, delegarla puede causar remordimientos y trastornos psicológicos como físicos.
Me refiero a estrés, ansiedad, angustia y estados emocionales que, si persisten, pueden traducirse a mediano plazo en deterioro del sistema inmunológico que facilita contraer cualquier tipo de enfermedad.
Conozco un caso de una mujer que cuando fue adolescente se embarazó y ante el abandono de su novio decidió dar el nene en adopción a una familia cuyos datos se mantuvieron en secreto.
Pues no había pasado una semana, cuando cambió de opinión sin poder revertir el paso dado, menos aún porque había firmado su acuerdo de la confidencialidad respecto a la identidad de los padres quienes además habitarían en otro país.
Pues esta mujer desarrolló una depresión que la condujo a tomar fármacos que más tarde combinó con alcohol, hábito que según ella le permitía olvidarse un poco de la pérdida que no había podido perdonarse.
Es que parece fácil, ante un embarazo no deseado proponer o presionar a la mujer para que continúe su desarrollo hasta el parto convenciéndola de que si no lo quiere al final, podrá darlo en adopción.
No se ofrece información suficiente a estas jóvenes o tratamiento psicológico que las prepare a la pérdida después de haberle compartido su vientre durante nueve meses y haberlo visto y sentido nacer.
Es natural que resulte un dilema renunciar a un bebé, y aquí es donde puede representar una trampa esta propuesta de los defensores del óvulo fecundado que han fundado centros para asistir embarazadas desprotegidas.
Ya que una vez instaladas, las asustan lo suficiente con películas de hemorragias provocadas por abortos clandestinos y despedazamientos de fetos que en ni en los países donde es legal el aborto ocurren comunmente, y amenazan con la excomunión y el fuego eterno del infierno si llegaran a abortar.
Y no conformes con lo anterior, les coaccionan a continuar su embarazo hasta el parto con la adopción como medida alternativa, sabiendo de antemano que si optaran por ella sin terapia de por medio, podría causarles un gran trauma.
Tal vez en el fondo su intención sea obligarlas moralmente, de modo que la mayoría terminen quedándose con sus bebés. Hecho que por encimita parece maravilloso, pero el fin no justifica los medios.
Es que este problema del embarazo no deseado no tiene todavía opciones que signifiquen su solución, porque tanto el aborto como el mecanismo de adopción ofrecen riesgos y peligros para la madre y el niño reales, por lo que es necesario convocar a la prevención de una manera más formal y comprometida de todos los factores implicados en este asunto.
Qué bueno que por lo pronto, en el rubro de educación sexual, el Secretario de Salud de la Nación anuncie para este año escolar que inicia, una colección de libros escritos y asesorados por profesionales en la materia.
Sólo falta que el grupo de fundamentalistas empiecen a manifestarse en contra, haciendo quema de dichos libros como ha sucedido en otras ocasiones.
Confiemos esta vez en que la prevención comience a abrirse paso en ese discutido y doloroso tema.